Débiles no, abusadas sí

La maestra Rodríguez Cortés (feminista que sabe devolverle a las palabras su sentido genuino) ofrece una viñeta descriptiva de una realidad apabullante: la mujer de la triple jornada que saca fuerzas del centro de su imaginación y enjundia.

SOCIEDAD 02/03/2021 Rosa María Rodríguez Cortés
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Nayeli no entiende por qué, al ser mujer, se refieren a ella como integrante del “sexo débil”. Débil no, abusada sí, se dice mientras lava los platos y las ollas que quedaron después de la cena. 

¿Cómo va a ser débil ella si mantiene a cuatro hijos desde que Manuel la abandonó y se desentendió de los gastos? 

Cuatro hijos, y les da de comer, y los manda a la escuela; ella, que sólo estudió hasta la secundaria.
Débil no, abusada sí. 

No es débil una persona que viaja de ida y regreso todos los días en el Metro, soportando no pocas veces manoseos y escenas lascivas sin poder denunciar porque llegaría tarde al trabajo y le aplicarían un descuento imperdonable. 

Débil no, abusada sí, vuelve a repetirse mientras friega con más fuerza la olla con los frijoles pegados. 

Ella no se ve débil. No ve débil a su abuela, que parió quince hijos en medio de la más absoluta pobreza rural, y se sobrepuso cuando se le fueron muriendo algunos por falta de medios y no se dejó caer y se levantó para cuidar a los que le quedaban vivos. 

Débil no, abusada sí. No fue débil su madre, quien  nunca gozó de un día de descanso, que realizó cotidianamente el milagro de los panes para que nadie se quedara con hambre en la casa, que soportó trabajos donde le pagaban menos “por ser mujer” o por tener que llevar con ella, a veces, a sus hijos más pequeños. 

Débil no, abusada sí, se dice mientras seca con un trapo los platos y los acomoda con coraje en la alacena. 

No puede ser débil su vecina que a pesar de haber sido violentada sigue yendo a trabajar y atravesando oscuras y peligrosas callejuelas porque no le queda de otra y las autoridades se han echado unos a otros la bolita de la responsabilidad. No hay debilidad en las mujeres que ve a su alrededor, la que se integra en el comercio ambulante, con un niño amarrado a su cuerpo y otro de la mano; la que está amenazada por denunciar, la que fue excomulgada por abortar, la que a pesar de alguna discapacidad sale a buscarse la vida. 

No es débil la mujer que hace caso omiso cuando le dicen, fea o gorda, o tonta, o india o vieja. Insultos y clasificaciones cotidianas que parecieran hechas específicamente para las mujeres, que están diseñadas para herir emocionalmente a las mujeres, palabras que son misóginas y clasistas y discriminatorias y racistas y todo lo que se quiera. 

Y ahí están las niñas,  escuchándolas, como si formaran parte de una verdad invencible, de una especie de maldición. 

Débiles no, abusadas sí,  concluye Nayeli con sus quehaceres y sus reflexiones. Cierra la puerta y se retira a dormir porque mañana será otro día más que requerirá, como es  costumbre, de toda su fuerza.

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