Jenny Beaujean canta a las estrellas del Pop con la OFM, en el CCMB

El respetable, o como le dicen ahora “la banda”, está eufórica: baila, brinca, aplaude… Exige el encore.

La Orquesta los complace y ataca con “I Will Survive”, de la legendaria Gloria Gaynor. Son unas 500 personas (público “misceláneo”: adolescentes de prepa, jóvenes, adultos y de la tercera edad) que responden a la energía que viene del escenario. Gabriela Díaz Alatriste, directora de la Orquesta, exultante, no puede (ni quiere) disimular su alegría: interactúa con el público y lo invita al concierto del domingo.

Es el ensayo general de la Orquesta Filarmónica Mexiquense para el concierto de este próximo domingo tres de marzo, en la Sala de Conciertos «Elisa Carrillo», en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, en Texcoco.

Es un concierto diferente. “Una música rara para esta orquesta” me comenta un experimentado ingeniero de sonido que se asomó al ensayo. Y sí, es un programa diseñado con canciones de estrellas femeninas del Pop (y de refilón, una más cercana al jazz como Nina Simone).

Esa célebre canción de la Gaynor no la canta cualquier cantante. Es nadie más y nadie menos que Jenny Beaujean.

Después del concierto, o “ensayo abierto”, conversamos brevemente con Jenny, una cantante con una sólida carrera musical, principalmente en la escena del Jazz. Ella ha trabajado con orquestas grandes, nos dice, “He tenido la oportunidad de cantar con una orquesta conformada por puras mujeres, que era la orquesta Sororidad, y después de eso, bueno, soy también parte de una ópera que hacemos con orquesta sinfónica y también he trabajado con las orquestas sinfónicas de Puebla, la de Nayarit, la de San Luis Potosí… Pero esto es nuevo: cantar Pop con orquesta sinfónica, creo que siempre es un reto. Sí, es muy diferente. Son estilos completamente distintos. En este tipo de conciertos el Pop y la orquesta sinfónica se hermanan. Eso es algo que me gusta mucho”.

Por qué, le preguntamos a Jenny, invitarías a la gente a asistir al concierto del domingo. “Es un concierto en el que pueden cantar, bailar. A veces la música de concierto tiene un protocolo un poco más serio y estricto y creo que en este concierto justamente se invita a la gente a acercarse a esta música hecha por orquesta, pues es una gran experiencia porque la gente puede expresar lo que siente Es correctamente posible (sonríe) y correcto. Es muy bonito”.

Los chicos de la sección de metales, por cierto, desenfadados, invitan al público a encender la lamparilla de sus celulares y abanicar acompasadamente el aire febril de la Sala de Conciertos.

Hace un momento, camino al camerino, Jenny comentó que era un repertorio complicado y difícil para cantarlo. Le preguntamos por qué.
“Es muy amplio; son 17 canciones. Nos pusimos muy, digamos, muy exigentes con la selección de las canciones de las intérpretes. Tenemos desde Tina Turner, que ya sabemos la dificultad que es cantar su música, sus canciones, hasta Nina Simone, que es más Jazz.

“Tracy Chapman, en cambio es una cantautora que es…, en realidad cantar a Tracy Chapman es cantar poesía. Y cantar poesía es difícil. Además ella era genial contando historias. Entonces, en esta canción emblemática que vamos a interpretar el domingo, «Fast Car», cuenta toda una historia… de personas intentando sobrevivir; intentando escapar a la realidad… Que a mí me pareció muy bello. Más adelante tenemos a las más nuevas, se podría decir, pero ya súper consagradas dentro del Pop como Rihanna, Beyoncé… Entonces el repertorio es muy exigente”.

Finalmente, le pedimos a Jenny que nos comente lo que alguien alguna vez dijo del Jazz en México, que es cíclico, a ratos era la moda, a ratos no se le hacía caso, y ahora como que se percibe más regular, sólido y permanente el gusto por el Jazz.

“Creo que la estabilidad de la música es algo que… subjetivo, ¿no?, porque al final creo que el jazz es una escena muy creativa y la creatividad oscila también y se mueve respecto a las vivencias sociales; entonces, obviamente si no puedes salir a un club de jazz o algo así, pues no va a haber jazz, pero si puedes salir a un club de jazz, si puedes ir a hacer un “jam” con tus amigos, a estudiar y tocar con las personas que lo hacen. Creo que es una música que sale y vive, y vive por sí sola. Obviamente es una escena, la del jazz, pues que está ahí underground, y es una escena que por mucho tiempo no tenía la difusión adecuada, y ahora que, al menos hay una estación (de radio) dedicada a eso, hay podcasts, hay medios especializados que están interesados en promover esta escena, obviamente la gente se entera más, pero la escena ha sido una escena viva desde hace ya muchos años y como sabemos, tiene personajes muy importantes que han, abierto brechas para este género, que para mí es así, maravilloso y hermoso y creativo… Y muy emocional, que para mí eso también es algo muy, muy bello, poder expresarnos a través del arte y de la música”.

¿Las escuelas están siendo importantes en este momento?

“Totalmente. Creo que la educación del jazz ha sido también un antes y un después. Creo que la primera licenciatura que hubo en México, pues fue en la Escuela Superior de Música, gracias al maestro Francisco Téllez. A quienes muchos estamos agradecidos. Después, más adelante, la Universidad Veracruzana volteó a ver este género gracias a Edgar Dorantes y así, varias han surgido. También muchas escuelas privadas tienen área de jazz, o sea, hay muchas cosas sucediendo dentro de este género. El sindicato de músicos también está empezando a dar estas corrientes a sus alumnos, que era más conocida por impartir música popular u otros géneros y ahora cada vez más personas se interesan en poder tener una formación completa en este tipo de música, que es música un poco más seria, pero sigue siendo música popular y es muy bello”.

La cita, ya lo sabe el lector, es el domingo 3 de marzo, a las 12:30 horas, en la Sala de Conciertos Elisa Carrillo del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, al que ubicarán en el kilómetro 14.3 de la Carretera México-Texcoco, esquina con Manuel González, a la entrada de la comunidad de Coatlinchán, en Texcoco, Estado de México.