Crecen pitahayas en el corazón del Bajío mexicano

Frente a emprendedores productores de esta localidad el doctor Raúl Nieto advierte: “ustedes son un ejemplo de cómo se crece ante la adversidad y le ponen el ejemplo a ingenieros agrónomos y políticos por igual, sobre los proyectos que urge desarrollar en el campo mexicano".

SOCIEDAD 12/01/2021 Hugo Pacheco/fotos de Mayra Pimentel
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Yuriria, Guanajuato.- La pitahaya conquista el corazón de los sembradores y se extiende en el corazón del Bajío mexicano.

Luego de bordear la mítica laguna de Yuriria -considerada la primer obra hidráulica de magnas dimensiones en Latinoamérica- es posible compenetrarse a un singular campo de pitahayas.

“Ha nacido el proyecto modelo en cultivo de Pitahayas que brinda a México una alternativa agronómica y socioeconómica de enorme potencial”, expresa el Doctor en Ciencias por la Universidad Politécnica de Madrid, Raúl Nieto Angel, mientras contempla una extensa plantación de este fruto exótico bañado por el fuerte sol invernal.

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Raúl Nieto,  investigador reconocido por la  Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) a través del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y reconocido por Premios Latinoamérica Verde 2019 y 2020, explica que el proyecto de don Joaquín Pérez Meza, sus hijos y nietos, dueños de estas tierras, representa “un bálsamo para la reactivación del campo en estos tiempos de pandemia.
  
"No todo está perdido, al contrario, esta familia lo ha demostrado con el  trabajo incansable de cuatro generaciones de agricultores que decidieron no emigrar y luchar sus batallas en campo mexicano y no extranjero”, señala el experto en Fitotecnia, oriundo de la región chocholteca de Oaxaca.

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Don Joaquín, su hijo Joaquín Pérez Leyva y su nieto Alejandro Pérez Trigueros, hombres entregados al campo, en cuyas manos se reflejan largas jornadas de trabajo a la tierra, comparten al doctor Nieto sus dudas pero también sus observaciones respecto al comportamiento de la plantación; cuenta con un sistema de riego por goteo, alimentado por un sencillo pero eficiente aerogenerador doméstico construido con “tutores inertes” hechos de troncos y tubos de acero,  fertilizado con composta orgánica y que brindó sus primeros frutos tras sólo diez meses de cuidados intensivos y una entrega total, bajo el clima semiárido de Yuriria, a una altitud de mil 700 metros sobre el nivel del mar y una precipitación de 714 mm anuales.

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"La fruta de mayor tamaño y peso alcanzó el kilo con 700 gramos", cuenta con orgullo don Joaquín Pérez Leyva, al tiempo que muestra una fotografía tomada con su celular en agosto del año pasado.

"Ahí está la prueba de lo que pudimos lograr bajo este modelo, y sólo fue el inicio; este 2021 se verá el verdadero alcance y potencial de nuestras plantas", agrega, al caminar entre las hileras de pitahayas junto con el doctor Nieto, la bióloga Edelmira Heras, el ingeniero Jorge Chora y la doctora Guadalupe Montalvo, miembros de la Asociación Civil "Mente y Tierra Fértil A.C.".

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Pero los saberes agrícolas de Don Joaquín (abuelo) y su familia no se limitan a la pitahaya, proyecto cuyo éxito se debe a un conocimiento de al menos medio siglo de cultivar maíz, frijol, trigo, durazno, aguacate, diversidad de hortalizas y calabacitas, éstas últimas en tres hectáreas con un rendimiento 270 toneladas en tres ciclos de producción por año.
 
Hace apenas año y medio don Joaquín decidió unir el conocimiento científico adquirido por diversos ingenieros agrónomos con los que convivió y con el doctor Raúl Nieto.

Merced al acopio de saberes que le ha dado la vida en el campo y esa sintonía que ha establecido con los especialistas ha podido emprender el citado proyecto, con la variedad de pitahaya Hylocereus undatus, o "reina de la noche", de pulpa blanca y cáscara roja; además de la Hylocereus monacanthus, de pulpa roja y cáscara rosa.

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Hoy, el fastuoso resultado de su trabajo es evidente: plantas vigorosas con la capacidad de producir tonelada y media en una hectárea, apenas en la primer cosecha de producción, lanzando los mejores augurios para la próxima temporada, con un manejo técnico impecable.

Así las cosas, en la espuma de los días mientras brinda consejos de poda, riego y cuidado del cultivo de Pitahayas (erigidas en lo que fuera un terreno agreste de roca y laja), el doctor Raúl Nieto se sincera ante don Joaquín.

“Luego de visitar plantaciones en gran parte de los centros de origen de este fruto tan maravilloso, puedo decir que el trabajo aquí realizado es uno de los mejores modelos de la fruticultura a seguir,  con el cual campesinos, agricultores y productores de México podrán salir adelante y enfrentar la crisis del campo. 

“Ustedes son un ejemplo de cómo se crece ante la adversidad y le ponen el ejemplo a ingenieros agrónomos y políticos por igual, sobre los proyectos que urge desarrollar en el campo mexicano".

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Por la tarde, el cielo dorado se cierne en Yuriria, pueblo mágico que hoy alberga uno de los grandes hitos del campo mexicano, como arma de grueso calibre ante la pandemia, "donde la sinergia entre ciencia y saberes ancestrales brindan un rayo de esperanza, que pronto compartiremos con todo aquel que desee trabajar la tierra", expresa el doctor Raúl Nieto, mientras los luceros comienzan a dibujarse a lo lejos en el firmamento.

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