Medicina inclusiva

No obstante mi corta experiencia como médico, me he percatado de que estamos en una transformación social y, desde luego, no podemos excluir al sector médico. Como en todo cambio, emergen cosas positivas y negativas. El análisis es saber ¿cuál predomina?

Mi área de estudio es la medicina social; salud pública y epidemiología, área donde no se enseña y no se toma importancia, no como debería, a lo social, pero si queremos mejorar este sector, tenemos que voltear a verlo. He podido observar que socialmente el médico es visto como un profesionista supremo, autoritario y culto en su área de estudio. Pero lamentablemente esto está cambiando gracias a la misma transformación social que tenemos; al principio, difícil de aceptar. La tecnología, las corrientes de pensamiento, la educación social y la misma escuela de medicina nos están cambiando. Una sociedad no se comporta como pudiera comportarse un individuo. La sociedad, como cualquier paciente que atendemos en consulta, tiene mente, cuerpo y alma.

Como lo he mencionado en mi libro Medicina ¿es negocio?, la pandemia de COVID-19 nos ha enseñado que la salud es el único motivo para que el mundo entre en conflicto y además nos demostró que los sistemas de salud son muy importantes, vitales diría yo, y lamentablemente no todos los países cuentan con este privilegio. España fue uno de ellos con su incredulidad ante las alertas sanitarias emitidas por el sector salud, trajo como consecuencia el alza en los contagios al principio de la pandemia. Pero ¿cómo es posible que Estados Unidos sea actualmente el país con mayores muertes registradas por COVID-19, siendo que se presume que su sistema de salud es uno de los mejores?

Una sociedad requiere de tres pilares importantes: educación, economía y salud; si alguno de ellos se debilita o fracasa, nada puede funcionar. Por Educación no me refiero a los títulos universitarios o grados académicos, ya que de nada me sirve todo ese conocimiento si no tengo la capacidad para ponerlos en práctica y sólo estaríamos alimentando el ego. La Economía no me sirve si no tengo la capacidad para seguir creando; bien es cierta la frase “el dinero sirve para hacer dinero”, de lo contrario también estaríamos alimentando nuestro ego. Y, por último y el más importante, la Salud. Si no tengo salud no tendría nada. Aquí hay una analogía que me gusta utilizar, entre el esclavo y el amo. Eres esclavo de la enfermedad o estás en el papel del amo. Alguien tiene que dominar para avanzar, así funcionan los sistemas, hablando de forma general.

Puse como ejemplo el COVID-19 porque fue un problema muy marcado, pero aterrizaremos esto a algo más específico. Hace poco tuve el privilegio de dar una charla a personas con discapacidad. Y quiero mencionar, que nadie está exento de tener una discapacidad, por lo tanto, todos somos vulnerables ante esta situación.

La discapacidad más frecuente en México es la motora y la visual. Esto es secundario a la enfermedad que nos está consumiendo como país; la diabetes mellitus 2 (DM2). Es tanta la normalización de la obesidad y con ello, en muchas ocasiones la DM2 nos está impactando de forma irreversible la salud. Las complicaciones más graves es el pie diabético seguido de la amputación de algún miembro inferior, además de la ceguera. La raíz de esto son los malos hábitos alimenticios que tenemos y/o la falta de prevención, en otras palabras, la educación del saber actuar antes del problema. En Alemania difícilmente una persona con DM2 llega a desarrollar dichas complicaciones. Esta situación, impacta de forma negativa desde el sistema del hogar hasta el sistema económico del país, pues en México el número de empleos para esta población son escasos y los sueldos son muy bajos; hay que recordar que la DM2 es una enfermedad muy costosa si sumamos el dinero que se gasta en medicamentos, en rehabilitación y en la nutrición especial que pudieran llevar. ¿Puedes entender un poco más el mensaje que quiero transmitirte?

La comunidad con la que más he convivido es la sordomuda; esta población para mí es muy querida, ya que, a diferencia de la discapacidad motriz o visual, es una población con el reto aún más grande: la barrera de la comunicación.

El ser humano tiene que comunicar sus necesidades básicas: comer, dormir, sentir etcétera. ¿Imaginas la frustración que pudieras sentir si no puedes ser entendido? Un ejemplo práctico es viajar a otro país donde no se habla el mismo idioma que el tuyo. Esta población tiene miedo a ir al médico por no ser comprendido; viven bajo una dependencia de un traductor y, cuando se presenta alguna emergencia, en muchas ocasiones resuelven el problema de forma autónoma, con esto no quiero decir que sea resuelto de la mejor forma.
Retomo lo dicho con anterioridad, si no hay educación en salud nuestra economía traerá número rojos.

Hago un llamado a los médicos, como líderes sociales, de ser empáticos y hacer consciencia que nuestro servicio debe de incluir sin discriminar. Para eso nos estamos capacitando. Así como lo dice el Juramento Hipocrático […] Recordaré que la medicina no sólo es ciencia, sino también arte, y que la calidez humana, la compasión y la comprensión pueden ser más valiosas que el bisturí del cirujano o el medicamento del químico. Intentaré prevenir la enfermedad siempre que pueda, pues la prevención es preferible a la curación […] Ese es el gran compromiso que diferencia nuestra hermosa profesión.

Y para mis queridos pacientes y/o personas que por algún motivo están leyendo esto, les digo que prevean, ahorren problemas, tengan una calidad de vida digna de vivir, edúquense en salud y tengan un médico de cabecera, en el que tengan la plena confianza de que su vida y la de los suyos están en buenas manos. A veces lo barato sale caro.

* Ana García (Guanajuato, 1991). Es egresada de la Escuela Superior de Medicina del IPN. Tras su experiencia en el hospital, decidió seguir preparándose para abordar de mejor manera su objetivo: mejorar la salud de las personas. Ha tomado cursos emitidos por la Universidad de Harvard, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Tiene un diplomado en Epidemiología y Salud Pública y una maestría en Gestión en Servicios de Salud.