En Chapingo, Festival de Arrebatos del Rector

OPINIÓN - Jordi Salazar 16/07/2020 Jordi Salazar
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Una entrevista radiofónica (a modo) y un comunicado oficial (hostil), marcan el regreso del rector de Chapingo a la escena pública, enmarcado por una huelga de dimensiones históricas.

Tuvieron que pasar 132 días para que el doctor José Solís Ramírez apareciera con una postura acerca de la situación por la que está pasando la Universidad agrícola más importante del país, y con un lugar privilegiado en el mundo.

Es trascendental su mensaje. Representa las acciones inmediatas que habrán de implementarse para que la Casa de Estudios regrese a sus actividades.

Sin embargo, el retorno fue fúrico, bélico, y hasta cierto punto desconcertante. Ha reafirmado la postura que persiste desde el 6 de marzo: nada para el STUACh, nada para los trabajadores.

De la entrevista otorgada para una radiodifusora local, no hay nada que rescatar, Culpa de nuevo a los huelguistas de la parálisis universitaria; en cambio, de su comunicado es importante leer (entre líneas) su mensaje de confrontación e ira.

Es evidente que la resolución emitida por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) caló hondo en la Administración Central; su apuesta era que se declarara la inexistencia del movimiento, y obligar así a los trabajadores su retorno, con las manos vacías.

En cambio, el movimiento se declaró en sentido contrario, por lo que la estrategia de intentar retener el 25% de los salarios caídos, a sabiendas de que los trabajadores no aceptarían el tijeretazo a su ingreso y así continuar con la huelga, fue truncada.

En el comunicado, es evidente su enojo y frustración; alega desinterés e insensibilidad por parte de los líderes del STUACh al arriesgar a los trabajadores ante la emergencia sanitaria por la que atraviesa el país; solo que le faltó mencionar que el pasado 26 de junio la organización estuvo a punto de levantar banderas, pero debido a la poca seriedad de la Comisión Negociadora Institucional al cambiar los términos que se habían acordado ante las autoridades federales, se canceló el plebiscito destinado para este fin.

El rector trata de llevar la conversación al terreno de la confrontación y el deslinde de su responsabilidad. Culpa al Comité Sindical (que dicho sea de paso también ha cometido algunas imprudencias) de ser la tranca para concluir el conflicto.

Son sus “premisas fundamentales” las que llaman la atención. En la primera menciona: “No permitir que la negociación gire en torno a intereses personales o de grupos internos y externos”. Este punto es curioso puesto que precisamente la huelga gira en torno al interés de un grupo interno: el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma Chapingo; sin embargo, pretende comunicar que solo se buscan ganancias para el Comité y sus líderes. Es indispensable que dé a conocer qué clase de beneficios oscuros pretenden. No se debe tolerar el intento de chantaje a la autoridad.

En otro orden de ideas asevera “Los procedimientos legales que tendrán lugar una vez terminada la huelga, deberán hacerse con apego a procedimientos jurídicos que permitan ejecutar las sanciones respectivas, plenamente comprobadas”, premisa que resulta hasta cierto modo hilarante. No depende de él ni de la Institución la aplicación de la Ley, así como de haber afectaciones y no son denunciadas, su administración será cómplice de la impunidad.

Concluye con una propuesta: “Que se otorgue el 100% de salarios caídos a la base trabajadora, que se examinen los daños al Centro de Datos y, si fuese el caso, se realicen las reparaciones pertinentes que logren su óptimo funcionamiento… una vez abierta la Universidad, se realicen cálculos objetivos sobre los daños al patrimonio universitario, por los que la dirigencia sindical debe responder ante la Institución”.

Esta “propuesta” es precisamente la que las autoridades federales le insistieron a su Directora de Administración debía ofrecer, sin embargo, resalta el iracundo sentir que pesa sobre el Rector en contra de la dirigencia sindical, donde finaliza diciendo “se realicen cálculos objetivos sobre los daños al patrimonio universitario, por los que la dirigencia sindical debe responder ante la Institución”.  ¿Acaso no son los responsables de cometer algún ilícito o falta quienes deben responder ante la ley?

Es claro que esta huelga se convirtió en un festival de arrebatos; en nada abona la actitud de confrontación que ha asumido el doctor José Solís, pensando en la convivencia cordial que se requiere en el Campus al regreso a las actividades. Este llamado fomenta la relación ríspida que existe (desde siempre) entre trabajadores y Comunidad Universitaria.

Su intención de pasar a la historia como “el Rector que puso en su lugar al Sindicato”, lo lleva a destruir los endebles puentes que se han tendido para construir una buena relación laboral. Reconoce que el próximo proceso de huelga está a la vuelta de los meses y no parece tener preocupación por ello, incluso asume con ansia a que llegue ese momento.

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